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miércoles, 22 de noviembre de 2006

LA VERDADERA ENFERMEDAD DE IBEROAMERICA

En algunas de las Cumbres Iberoamericanas de Naciones, como la del 2005 en Salamanca (España), los mandatarios de los países participantes analizaron e intentaron buscar soluciones para lograr una mayor cooperación socioeconómica que repercuta en un mayor bienestar social de los pueblos iberoamericanos- latinoamericanos (como ustedes prefieran denominarlos) y que luchen firmemente contra la pobreza.

Se hablaron de otros temas como la inmigración (también ahora en la reciente Cumbre del 2006 en Montevideo), de la proyección internacional para esta área que comprende desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego y sobre que medidas se deberían abordar para fortalecer el sistema jurídico en Iberoamerica que permita combatir el hambre y la pobreza desde una óptica empresarial y financiera.

Quiero centrarme en este último punto por que creo que es interesante y da lugar a un extenso análisis.

Hay un artículo de Porfirio Cristaldo Ayala (corresponsal de la agencia AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario) titulado “La miseria latinoamericana” y que es terriblemente revelador de la realidad que sufre Iberoamérica.

En dicho articulo, se hace una fotografía (usando experiencias ocurridas en Paraguay) de la realidad mostrando alguna de las enfermedades más extendidas y más profundas dentro la sociedad latinoamericana. Estamos hablando del populismo incrustado en las clases dirigentes y la falta de seguridad juridica para inversores extranjeros. Podemos comprobarlo en estos días con lamentables ejemplos como lo que ocurre en Entrerrios (Argentina) con respecto las inversiones en Uruguay de la industria papelera. Otro ejemplo aberrante sería el “cocalero” Evo Morales en Bolivia, etc.

Bajo los argumentos de proteger la soberanía de la nación, los intereses de la población y de los recursos naturales se esconde el cáncer del populismo en mandatarios tanto de izquierda como de derecha (curiosamente ahora predominan aquellos de izquierda). ¿Por qué ocurre esto? Bueno, el argumento que surge en primer lugar, es que con el populismo se esconden deficiencias e ineficiencias dentro de esos gobiernos.

¿Por qué el gobernador Busti de la provincia argentina de Entrerrios, apoyado por altos mandatarios del gobierno de la Republica Argentina, atacó día si y día también las inversiones en Fray Bentos (Uruguay)?

Porque debía hacer ver a sus ciudadanos ante las elecciones que iban a tener lugar, que les defiende a ellos y a sus intereses, mezclando temas ambientales, ecológicos, etc. En definitiva, debe tapar a sus ciudadanos la perdida de unas inversiones multimillonarias que se han ido a la “orilla de enfrente”.

¿Por qué estas inversiones de multinacionales como ENCE y Botnia, se han ido a Uruguay y no a Argentina?

Pues seguramente, además de las condiciones de producción maderera que tiene actualmente Uruguay, han influido mucho las medidas populistas que ha tomado el gobierno Kirchner y que afrenta al derecho internacional en materia de inversiones.

Vemos al presidente Néstor Kirchner, cuál patética imitación de “Robin Hood”, luchando contra las empresas trasnacionales y multinacionales. Empresas que hicieron inversiones a largo plazo, que crearon y crean empleo, que ayudaron a mejorar los niveles de calidad de vida de argentinos, y que a pesar de la crisis del 2001-2002 siguen o pretendían seguir presentes en Argentina. La realidad más actual que nos podemos encontrar de dichas empresas son tres situaciones a las que las ha llevado el gobierno Kirchner:

1. Más inversiones de las acordadas en los contratos de concesión tras reiterados actos de chantaje del gobierno argentino.
2. Pleito ante los tribunales, como el CIADI, con todas las posibilidades de ser ganados por las empresas concesionarias.
3. Desinversiones y retiradas del país ante los continuos actos denigrantes de chantaje y amenazas del gobierno “kirchnerista”.

Tras la debacle del 2001, las empresas multinacionales han tenido que pesificar todas las tarifas a sus clientes, cuando sus costes de insumos, inversiones, etc, son en dólares. A pesar de la mejoría de la economía argentina con crecimientos de hasta el 8% anual, dichas empresas en su gran mayoría siguen con las tarifas congeladas por decreto gubernamental además de sufrir las continuas amenazas por si se atreven a realizar cualquier movimiento que pudiera perjudicar la “popularidad” del presidente Kirchner.

Estos ejemplos lo que conllevan, es que tanto actuales inversores como potenciales con capacidad tanto económica como tecnológica, se muevan de Iberoamerica hacia otras zonas como Europa del Este o hacia el Sudeste Asiático.

Estos inversores que son empresas o sociedades de capital, buscan beneficios a sus inversiones y para sus accionistas, muchos de los cuales son pequeños ahorristas. Estos inversores no son ONGs. Pero esto tampoco significa que sean especuladores, al menos la gran mayoría.

Las consecuencias son que las naciones iberoamericanas deben sustentarse principalmente en el sector primario (agricultura y recursos naturales) quedándose al margen de los grandes capitales, de las grandes inversiones, de la tecnología de última generación. En vez de avanzar hacia el futuro, los países latinoamericanos retrocederán y con ellos sus ciudadanos que cada día se empobrecerán más y tendrán menos oportunidades.

Puede que para alguno de ustedes, este empobrecimiento y esa falta de oportunidades se deba a un supuesto “liberalismo atroz” de los gobiernos en décadas pasadas y a la “voraz especulación” de las empresas y sociedades multinacionales.

No se engañen, el populismo, la falta de verdadera libertad de mercado, la falta se seguridad jurídica para los inversores y la corrupción ha llevado a los países latinoamericanos a la actual realidad socioeconómica.

¿Por qué ese supuesto liberalismo atroz de algunos países y esas supuestas voraces multinacionales localizadas en esos países crean riqueza, incrementan los niveles de vida, dan mayores oportunidades a los ciudadanos y hacen de esos países los mayores receptores de inmigración y en otros no? ¿Cuál es la diferencia?

Pues principalmente, la diferencia está en los gobiernos. Los primeros principalmente son justos, ecuánimes, transparentes, fomentan la libertad de mercado y buscan el interés general de la población. Los otros gobiernan a golpe de encuesta o dependiendo de sectores con influencia, son populistas, son intervencionistas y aprovechan sus mandatos para el enriquecimiento personal.

Los gobiernos deben tener la misión de imponer medidas o reglas de juego claras, justas, donde los inversores extranjeros y empresas locales (privadas o estatales) compitan en igualdad de condiciones. En el momento en que se toma partido por una de las partes, la competencia libre se perjudica y eso perjudica a la sociedad, al crecimiento de ese país.

Esto podemos comprobarlo en países como Uruguay o Francia, dos naciones con economías sumamente estatizadas, en las que se ahuyenta la inversión extranjera y/o privada en los servicios principales. Son dos países donde las mayores empresas pertenecen al Estado, y que se caracterizan por su monstruoso sobredimensionamiento, paupérrima productividad y su decadente burocracia. Al final, esto conlleva a que uruguayos y franceses, tengan servicios más caros, más lentos y de menor calidad que ciudadanos de países vecinos.

Y es que al final, la verdadera “miseria latinoamericana” como bien decía Porfirio Ayala, está en las medidas populistas que toman sus gobernantes, en la corrupción de los mismos y en medidas de nacionalización trasnochadas que la historia ha demostrado sobradamente que no funcionan y empobrecen las sociedades.

Creo que ya es hora que tanto los mandatarios de paises iberoamericanos dejen de mirarse al ombligo y echar las culpas a los demás (organismos internacionales, países del llamado primer mundo e inversores extranjeros). Que dejen de adorar “falsas revoluciones” y lleven a cabo las reformas para que sus países sean transparentes, impere la honestidad, desaparezca la corrupción a todos los niveles, sean seguros jurídicamente hablando, haya oportunidades para todos, sean atractivos para inversores y los capitales.

Ya es hora de dejar atrás el “todo vale”, la “viveza criolla” y se dé más crédito a la moral, a la justicia ecuánime y honesta, a los meritos del trabajo individual y a la libertad del mercado.

Ahí reside la diferencia de riqueza entre unas sociedades y otras.

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